domingo, 5 de mayo de 2013

¿Dónde están las gafas de Mike?

Han pasado casi diez días desde el último concierto de Quique González en Zaragoza y, como siempre, no me dejó indiferente. Un nuevo concierto vivido en el "Teatro de las Esquinas", del que reivindico que tiene que convertirse en un verdadero referente para la escena musical zaragozana.

Era la décima vez que disfrutaba de un concierto de este artista y hasta ahora he podido verlo en todo tipo de formatos. Creo que esta gira será de nuevo un éxito para este músico que consigue cada vez acercar más a crítica y público, pero haciendo análisis de lo acontecido se pueden sacar muchas conclusiones de este concierto, la mayoría de ellas muy positivas, aunque otras no tanto.

Ante todo quiero dejar bien claro que el concierto de presentación de su nuevo disco "Delantera Mítica" estuvo a la altura y puede anotarse mucho más que un notable por la elección de un repertorio muy adecuado y sólido, por un sonido estupendo y por una voz que dejó escucharse a la perfección con un Quique en todo su esplendor.

Creo que técnicamente el concierto fue casi perfecto y que la banda supo adaptarse al artista, pero aquí está una de sus debilidades. Lo único de lo que puede adolecer esta gira, al menos en su primer tramo, es de una banda todavía no del todo cómplice con el artista. Todos los nuevos músicos que acompañan al madrileño son estupendos y muy profesionales (varios de ellos pertenecen al grupo Señor Mostaza), pero les falta la cercanía de alguno de sus antiguos compañeros de viaje, y eso que vuelve a la formación Edu Ortega desde que le acompañase presentando "Kamikaces enamorados". ¿Dónde está la empatía de Jacob Reguilón y su sensibilidad al bajo? ¿la pegada y contundencia de bateristas como Karlos Arancegui o el "gigante" Toni Jurado? y sobre todo ¿dónde ha quedado la genialidad y emotividad hecha música con las guitarras de Javi Pedreira? No hablo de Carlos Raya porque esa etapa queda muy atrás y porque Quique González ha sabido adaptarse a los tiempos, pero creo que la banda que acompaña al madrileño perdió en fuerza durante la gira pasada (podía entenderse por el tono del disco que presentaba) y puede correr el reisgo de no llegar a empatizar con el público con este nuevo cambio durante la presente. Como digo, creo que todo esto irá rodando y lo que ahora es un sonido muy preciso y cuidado se convierta en un sonido mucho más emotivo y cercano al oyente, con más empaque. Y eso que, como he dicho al principio, el concierto fue espléndido y muy acertado en terminos globales. Y vuelvo a insitir en la calidad de sonido (si no recuerdo mal estaba al mando de Ángel Medina), muy limpio y permeable, dejando la voz resaltando como instrumento principal.

Llama la atención también que Quique deje de lado totalmente los teclados. Ya quedaban casi relegados en el disco, pero durante la gira prescinde del todo de ellos y busca los momentos más emotivos solo con la acústica. El grupo puede sonar así más fuerte, con una formación básica de rock, pero algunos echaremos de menos momentos como los que nos daban aquellas canciones al piano convertido en "los faros de un Ford Capri".

Cierto es que salí emocionado del concierto y conforme han pasado los días he ido dando vueltas a todo esto. Mi amigo Jesús Monzón, con el que siempre he visto los conciertos de Quique González, me lo decía todo durante el concierto con esta pregunta: "¿Dónde están las gafas de Mike?". Y es que Quique se dejó en el tintero ese fantástico disco que es "Avería y Redención". Sí, es un disco muy irregular y tal vez no está entre los cinco mejores del artista por sus temas ni por su calidad global, pero tiene un espíritu inigualable. El disco contaba con un equipo totalmente engrasado y daba muestras de lo que es un grupo unido, con espíritu, sabiendo que estaban haciendo algo importante, puede que no muy grande, pero único. Y de eso nos tiene que convencer Quique González con su actual gira, de ese espíritu que deja volar a la emoción sin cortapisas, que la deja libre aunque eso no nos permita disfrutar de un sonido tan limpio o puro, pero que nos deja con la boca abierta. Por supuesto que a mi se me quedó así en más de un momento del concierto, porque en todos los conciertos que he vivido hasta ahora de Quique González he podido sentir, aunque sea un instante, esa emoción de vivir algo único, algo grande, aunque sea solo para mi. Y en este concierto no tuvo comparación la emocionada versión de "¿Es tu amor en vano?" (ahora sí que acertó solo con la acústica, muy por encima de la versión del disco), la siempre única "Aunque tú no lo sepas", la enérgica "Miss Camiseta Mojada" (¡qué grandes y atemporales siguen sonando todas las canciones de "Pájaros Mojados"!), la suave y mágica "Su día libre" y la más potente "Hotel Los Ángeles". Todas ellas fueron un regalo de los que no se pagan con dinero.

Una vez más Quique es todo alma y alguien de quien aprender en este oficio, por su dedicación, su valentía al asumir siempre nuevos retos y, ante todo, por su enorme trabajo. Gracias Kid.


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