domingo, 19 de febrero de 2017

La cara "solar" de Nocturnal

Amaral comienza el año 2017 con gira europea y con la publicación de un disco que es más que un regalo para sus fieles. El dúo maño nos ofrece una visión totalmente distinta de las trece canciones que componían su último disco "Nocturnal". Una revisión con un enfoque mucho más luminoso que se convierte en un disco con entidad propia definido por la valentía y el buen gusto. Os dejo a continuación mi análisis realizado para "El Giradiscos".


No es la primera vez que Amaral hacen algo así. Ya nos ofrecieron las versiones acústicas de todos los temas de su anterior álbum “Hacia lo Salvaje” en una edición doble del mismo que incluía estas tomas alternativas a modo de demos, a partir de las cuales pulieron las versiones definitivas del disco. Pero esta es la primera vez que Amaral dan forma a un disco acústico totalmente independiente de su versión original (a pesar de que en Europa sí se vendan la cara “nocturna” y “solar” de forma conjunta). Porque “Nocturnal Solar Sessions” es un disco en sí mismo, no simplemente la versión acústica de “Nocturnal”. Su entidad es evidente y conforma un álbum con personalidad propia, con canciones a las que no se les puede llamar simplemente acústicas. Amaral ofrecen aquí su vena más folk, aunque en algún momento también rozan la experimentación e incluso se atreven a desnudar sus temas hasta dar una versión completamente distinta de los mismos, totalmente nueva. En “Nocturnal Solar Sessions” hay canciones que cambian hasta su tonalidad y aunque suene a tópico, ponen luz donde antes había oscuridad. De esta forma podemos reintrepretar todos y cada uno de los temas. Algunos se quedan en una versión acústica más limpia o simplificada, pero en otros su sentido y estructura cambia por completo, al igual que su sonoridad.

“Llévame muy lejos” se desnuda en una versión donde el violín toma la voz cantante. “Unas veces se gana y otras se pierde” tal vez sea la única que podría haber sido simplemente una demo básica para dar forma a su versión definitiva aparecida en el disco original; y es justo en ese momento, cuando podríamos haber tirado la toalla pensando que éste era un disco de demos, cuando llega “Nocturnal” y nuestra percepción cambia por completo. “Nocturnal” es ahora una canción folkie vibrante, lejos de las sombras que imprimía la original. En “La ciudad maldita” destaca la presencia de la guitarra española arpegiada al más puro estilo de cantautor y de nuevo se opta por un cambio radical de estilo en “Lo que nos mantiene unidos”, que destila luminosidad, con un estribillo apoyado casi únicamente en una base de sintetizador que va creciendo y un piano que recoge toda la tensión de la canción.


Un nuevo giro de 180º se da en “500 vidas”, con un sonido que se va a los Andes. “Cazador” parece un experimento pseudo-psicodélico, con ese órgano que lleva el riff junto a la acústica. “Nadie nos Recordará” es ahora más reposada pero a la vez más creíble, desgarrada y asentada principalmente en un piano evocador, lo que es una constante en el disco, donde las acústicas casan a la perfección con este instrumento, más aparcado por el grupo maño en discos anteriores, pero que en éste destaca como hilo conductor, casi con más presencia que las propias guitarras.

“La Niebla” suena más convincente que la original. De nuevo un folk bien construido con una base percutiva que arrastra hasta conducirnos al punteo de entrada al estribillo que recuerda directamente a la lejana “Los Aviones no pueden volar”, consiguiendo una sonoridad que hubiera encajado perfectamente en el disco donde se encontraba aquella canción, el maravilloso “Una pequeña parte del mundo”. “Laberintos” sufre una mutación total. Sus coros de apoyo recuerdan a la Enya de “Boadicea”, con una base de sintetizador que sobrecoge durante todo el tema. Esta vez no podemos hablar de transformación acústica sino más bien de un cierto toque ambient. “Laberintos” deja el protagonismo total a la voz de Eva, que sólo necesita del punteo de la acústica para embellecer por completo esta canción mayúscula. Le sigue “Chatarra”, donde la guitarra se basta y se sobra para tensar la cuerda y prepararnos para el final, consiguiendo una versión llena de fuerza gracias de nuevo a una interpretación vocal magnífica. Tal y como pudimos oír en sus presentaciones en directo, “En el tiempo equivocado” comienza a piano y voz consiguiendo estremecer hasta que estalla en su recta final. Y tras este potente broche de oro y casi a modo de pista escondida, aparece una versión reducida de “Noche de cuchillos” con los violines como protagonistas, que logra un impacto mayor que la original.

La cara “solar” de “Nocturnal” es por momentos más intensa que la original y mucho más directa, debido a que está pensada para sonar en distancias cortas y desprovista de esa pátina de oscuridad que a mí consiguió atraparme, pero que pudo desconcertar a algunos seguidores. Es un disco muy interesante, aunque sería mucho más llamativo si no hubiera habido previamente un “Nocturnal” al que hacer referencia. Si este “Solar Sessions” fuera sencillamente una nueva entrega del dúo maño estaríamos hablando de unos Amaral asumiendo más riesgos, en caída libre y apostando por nuevas sonoridades en su cancionero, con un disco que rompe con todo lo anterior presentado por los zaragozanos. Ojalá para su siguiente larga duración no sigan el camino fácil. ¿Quién sabe si el disco que prepararán tras su gira europea llevará esta línea? Sería una grata sorpresa.


miércoles, 15 de febrero de 2017

Reivindicando a David Gray

Comencé este blog inspirado por una frase que escuché en un documental sobre David Gray. Y haciendo ahora recapitulación de su carrera tras la publicación de su "Best Of" ha sido inevitable recurrir a esas mismas palabras para reivindicar a este artista único y seguir dándome cuenta de lo mucho que supone su música para mí. Este artículo publicado en "El Giradiscos" el pasado 30 de enero da buena cuenta de ello.


Hoy me acerco a un disco de “grandes éxitos”, más que por la colección de canciones en sí, por detenerme en la carrera de un gran músico, de David Gray, que con este recopilatorio conmemora sus 25 años en activo. Y eso sí que es digno de mención. Sobre todo porque en este país nuestro parece que no queramos prestar atención a algunos artistas notables, como es el caso del británico. Un músico que ha crecido bajo la línea de la canción de autor y que ha sabido ofrecer siempre interesantes discos cargados de melancolía, delicadeza y emoción. Sin embargo cuando pronuncias su nombre en nuestro país pocos saben quién es. Tal vez recuerden su gran éxito “Babylon” o quizá alguno conozca “The One I Love”, pero inexplicablemente su cancionero no ha trascendido aún tratándose de un músico que bebe de clásicos como Bruce Springsteen o Bob Dylan. Así que yo, aprovechando este lanzamiento, me dispongo a reivindicarle, no sólo por los intensos momentos que me ha regalado con sus canciones, sino porque es un artista al que todos deberíamos acercarnos. Y esta selección de lo más granado de su carrera es una buena manera de hacerlo.


En el primer disco de la edición “deluxe” (con la que hay que hacerse sin ninguna duda) nos presenta algunos de sus temas más celebrados. Todos ellos publicados a partir de 1998 tras el lanzamiento del disco que le colocó en el candelero: “White Ladder”. Ese disco era una obra maestra, pero tras él vendrían otros de incuestionable valor como “Life in Slow Motion” (por el que tengo una debilidad especial y merece un sitio muy destacado en mi colección) o el más reciente “Mutineers”, también reflejados aquí. De sus primeros tres discos no hay ni rastro en estos dieciséis temas, de los que dos son nuevos, pero era algo previsible debido a que aquellos no tuvieron tanta trascendencia. Abriendo con su mayor éxito “Babylon” (al que la remasterización le sienta tan bien que parece una nueva grabación mucho más equilibrada) y seguido de la efectiva “You’re the World to me”, el recopilatorio rápidamente nos presenta al David Gray más íntimo, el que te engancha desde las distancias cortas, y así nos presenta otros temas imponentes como “Sail Away”, “Alibi” o “Flame Turns Blue”. La selección de estos éxitos es la esperada, no dejando fuera “This Year’s Love”, “Please Forgive Me”, “The One I Love”o “Be Mine”, que parece renovada con su mezcla actual. Aunque también hay espacio para temas destacados más recientes como “Fugitive”, “Back in the World” o el dueto que firma con LeeAnn Rimes en “Snow in Vegas”, que engrandece un corte ya de por sí emocionante. Como en la mayoría de las colecciones de este estilo las nuevas canciones que regala a sus seguidores no destacan en exceso y siguen una línea continuista, pero no se trata de vendernos nada nuevo, sino de celebrar su carrera y así “Smoke without Fire” y “Enter Lightly” cumplen sobradamente con su cometido.


El verdadero documento que interesará a sus seguidores es el segundo disco, que ofrece una selección de temas más íntimos elegidos por su protagonista, donde caben ya todos sus discos y en los que destacan por encima de todo las rarezas o canciones “en la sombra”. Como el artista reconoce en las notas del CD, ha elegido estos quince temas por lo que representan personalmente para él, porque suponen un espacio de intimidad al que le gusta recurrir y porque no han dejado de ser temas muy especiales que le han acompañado a lo largo de su vida por encima incluso de sus canciones más conocidas. Entre éstos aparecen desde nuevas versiones de alguna canción casi olvidada como “Falling Free” (de su segundo disco “Flesh”) hasta extractos en directo como la extensa interpretación de “Nemesis” y otros que formaron parte de su disco de “Canciones perdidas” como “A clean pair of Eyes”, “Falling down the Mountainside” o la discreta “Twilight”. También hay sitio para el delicado balanceo de “From here you can almost see the Sea”, la etérea “Gulls”, el instrumental “January Rain” o la maravillosa revisión de un tema casi perfecto 25 años después de ser escrito: “Shine”. Quince canciones para saborear despacio, para dejarse llevar, donde impera la calma y serenidad. Una selección que conforma un conjunto de gran calado no sólo por su emotividad sino también por su calidad incuestionable.

Si os gusta la música que araña y llega hasta el corazón, David Gray no os abandonará nunca. Si además creéis en la autenticidad del escritor que defiende sus canciones hasta la médula, estáis ante uno de los mejores ejemplos de ello.

Cuando vi el documental “Up to a Point” de la gira de presentación de “White Ladder” (que mostraba uno de los momentos más dulces de la carrera de David Gray) quedé impresionado por el valor de estas palabras:

                “Lo más maravilloso de la música es que no tiene reglas sobre cómo llega a la gente.
                Y probablemente esa es su esencia; te llega sin que lo esperes,
                y la mayoría de las veces, sin que lo pidas.
                La mejor música simplemente te golpea, y al hacerlo, altera el tiempo, se acopla a él.
                Y así, aunque se mueva y flote, su verdadero poder reside en ese momento específico.”

Nada mejor que dejar en el aire estas frases que representan la honestidad de un autor convencido del enorme poder de la música y que transmite con cada uno de sus temas la magia de aquello que parece simple, pero que es absolutamente poderoso, como su cancionero.