sábado, 26 de noviembre de 2016

Ariel Rot suelta su contundente "manada"

Hace una semana Ariel Rot visitaba "Las Armas" de Zaragoza presentando su último disco "La Manada". Y una vez más convenció a su publico y demostró que es un artista único que encandila con su estilo y su potente rock. En "El Giradiscos" dejé plasmadas mis impresiones que demuestran que no me canso nunca de escucharle en directo:


Ariel Rot es sinónimo de maestría y elegancia. Pocos músicos como él pueden presumir de mantener con dignidad una carrera más que coherente siempre fiel a un sonido asentado en las raíces del rock clásico. El estilo que confiere a su guitarra es inconfundible y eso es algo difícil de conseguir. Por eso, cuando escuchamos su particular rasgueo a las seis cuerdas sabemos perfectamente que se trata de uno de los argentinos más queridos en nuestro país.

Ariel Rot presentaba el pasado sábado en Las Armas su último gran disco: “La Manada”. Había muchas ganas de verle de nuevo por Zaragoza, donde tiene un público fiel que ha sabido valorar cada una de las etapas en la vida musical de este artista imprescindible. “La Manada” es un disco brillante y el paso de su gira por Zaragoza con una banda de lujo (las últimas veces que le habíamos visto por aquí había sido con la única compañía de sus guitarras y su piano) no iba a ser menos.

La noche arrancaba como lo hace este trabajo, con la contundencia de “Una semana encerrado”. Y para dejar claro que Ariel es un músico que no se aferra al pasado fueron presentándose más canciones de su última propuesta como si de nuevos clásicos se trataran: “Se me hizo tarde muy pronto”, “Solamente adiós”, con su sorprendente solo de guitarra final, o “Broder” dieron paso a algunos de sus temas más emblemáticos como la fantástica “Hoja de Ruta”, reivindicando el papel del músico en la carretera, o “El Mundo de Ayer”, que sorprendió con su desgarrador y emotivo final. “Dos de Corazones”, “Lo siento, Frank” y “Adiós Carnaval”, con un guiño al mismísimo Bunbury en la presentación, hicieron las delicias de todos los presentes en la sala zaragozana, que una vez más destacó por su magnífica sonoridad. Todos pudimos apreciar que Rot estaba siendo comedido en las formas pero preciso en la ejecución. Una vez más se mostraba como un perfecto ejemplo del buen hacer, como alguien que ama su trabajo y sabe dar lo mejor a su público. Pero no todo podía ser perfecto. En uno de los temas más íntimos de la noche, “En el borde de la orilla”, las conversaciones de algunos de los allí presentes ensombrecieron la magia del momento y el propio Ariel tuvo que pedir silencio. La verdad es que yo no alcanzo a comprenderlo. Está bien que los conciertos sean una excusa para juntarse con amigos y disfrutar de un buen rato, pero no nos olvidemos de esto: a los conciertos se va a escuchar. Dejemos las charlas para las cervezas de después, por favor. Y esto mismo quiso decir Ariel al comentar que si era para eso podían ahorrarse la entrada. Claro, conciso y una vez más acertado.


Dejando atrás este lapsus, el concierto prosiguió con potencia regalando el clásico “Bruma en la Castellana”, con el que quiso acordarse de su coautor Moris, y la desenfrenada “Espero que me disculpen”, que se convertirá más pronto que tarde en otra de las imprescindibles en sus repertorios. “Vicios Caros” sonó una vez más sublime (tengo que reconocer que es de mis favoritas de su repertorio), combinando a la perfección sensualidad y crudeza. Y seguidamente atacó fuera de guión la emblemática “Confesiones de un comedor de Pizza”, con la que volvió a hacer malabares instrumentales y en la que Candy Caramelo también nos regaló un tremendo solo con el bajo.

El concierto iba llegando a su fin y como ocurre en “La Manada”, los primeros acordes de “Me voy de viaje” así lo presagiaban. Una canción que a pesar de su temática se convirtió en una fiesta gracias a sus coros desenfadados de los que participó todo el público. Y con toda la sala en el bolsillo Ariel juega bien sus cartas y comienza un “Rock and Roll en la Plaza del Pueblo” con aires blues que se transforma en rock acelerado y rinde así homenaje a sus compañeros de filas en Tequila, de los que también interpretó “Necesito un Trago”. La primera despedida vuelve a vestirse de homenaje, en este caso a Los Rodríguez. “Me estás atrapando otra vez” suena al clásico que es. Una de las canciones más conmovedoras del rock en castellano. Una joya que jamás nos cansamos de escuchar. Con esta maravilla retumbando en nuestros oídos la banda se despide brevemente para retornar con otro de los clásicos del argentino, esta vez con forma de milonga. Una intro sosegada que nos lleva irremediablemente a la “Milonga del Marinero y el Capitán”, uno de los emblemas musicales que Rot regaló a Los Rodríguez, y que los seguidores de Ariel hace tiempo que lo sentimos totalmente familiar en la voz de su creador. La fiesta termina con “Baile de Ilusiones”, un tema siempre acertado que descarga vitalidad y deja con ganas de más.


Las dos horas de show han pasado muy rápido y la contundencia de Ariel Rot, con su inseparable y desgastada telecaster, ha sido una vez más infalible. Esta vez no se ha perdido en momentos más acústicos. Tampoco se ha acercado al piano como hiciera en su anterior disco más íntimo “La Huesuda”, al que no se asoma como reivindicando que ahora está en un momento claramente más eléctrico. Además, hacía tiempo que no tenía una banda clásica de rock tan potente y precisa como ésta: con Mauro Mietta a los teclados con un aire muy cercano a Ronnie Wood en las formas, Toni Jurado a la batería, que nos regala su particular sentido del ritmo allí donde se enrola, además de poseer ese entrañable aire rocker, y con el carismático Candy Caramelo, que ha pisado todo tipo de escenarios y que sabe que su lugar al lado de Rot es para disfrutarlo de principio a fin y para mostrarle en agradecimiento su mejor versión.

Ariel Rot ha soltado a su particular “manada” y ha vuelto a demostrar que su forma de entender la música es necesaria. No podemos olvidarnos de este icono al que ya no se le puede decir que tenga cara de niño (sus gafas y desgaste le delatan), pero que sabe embelesarnos al ritmo de sus estupendas canciones. Como él mismo dijo antes de acabar la noche: “traigan a sus hijos a mis conciertos”. Efectivamente ellos tienen que saber lo que es el rock de verdad y no dejar que se nos olvide. Gracias maestro.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Rozando el cielo con "El Peor Grupo del Mundo"

El pasado viernes 11 de noviembre volví a ver a Sidonie en concierto confirmando así que son de los verdaderos grupos imprescindibles en nuestros escenarios. Presentaban tal vez su disco más inspirado y el concierto estuvo a la altura, tal y como he intentado mostrar en mi crónica para "El Giradiscos".


¡¡Puro Espectáculo!! Eso es lo que Sidonie nos ofrecieron a todos sus seguidores congregados una vez más en Zaragoza. Sin duda, una de las bandas más potentes en directo de nuestro país.

Hace menos de un año que el trío catalán había realizado uno de los últimos conciertos de su gira “Sierra y Canadá” en nuestra ciudad y a pesar de ello el público estaba deseoso de verles de nuevo en el escenario para saber qué nos ofrecerían esta vez al presentar su más reciente disco “El Peor Grupo del Mundo”. Y de un disco redondo salió un directo casi perfecto. Poco más de hora y media de verdadera energía y total entrega con su público donde pudimos degustar ampliamente su nuevo disco junto a una buena selección de sus mejores canciones abarcando casi toda su discografía.

La noche, incluida dentro del ciclo “San Miguel Music Explorers”, empezó con la potente “Os queremos” para mostrar su faceta de fans, como todos los congregados en la mítica Sala Oasis zaragozana. Las revoluciones no bajaron, pues encadenaron seguidamente sus éxitos “Nuestro baile del viernes”, “Costa Azul” y “Sierra y Canadá”. El trío (convertido en quinteto para sus presentaciones en directo) daba buena muestra así de que su repertorio está perfectamente ensamblado y sabe encadenar potentes temas pasados y presentes. Y evidentemente estábamos ahí para escuchar cómo sonaba ese último disco, al que volvieron con “Siglo XX”, que como dijo Marc era su canción favorita del mismo. La provocación de “Yo soy la Crema”, los ecos psicodélicos de “Fascinado” y la ligereza de “Atragantarnos” nos llevaron hasta el momento más íntimo de la noche. Marc Ros se quedó sólo para interpretar “Los Coches aún no vuelan”, una canción que enamora en el disco, pero que en directo se quedó a medias debido a la sobriedad de su interpretación, desentonando algo con el tono de la noche. El maravilloso himno pop “Por ti” volvió a despertar el fervor de los asistentes al que seguiría uno de los mejores momentos del concierto: la interpretación de la emotiva “No sé dibujar un perro”, donde el propio backliner se prestó como original atril mostrando la letra del tema en cartulinas para que todos los presentes pudiéramos corear esta pequeña-gran canción. A partir de este momento saboreamos el crescendo de la noche afrontando con actitud festiva “El Peor Grupo del Mundo”, la delicada y muy celebrada “En mi garganta”, así como “Fundido a Negro”, que dio paso a la oscuridad de “El Bosque” y su explosivo final. Todo el público estaba ya enloquecido cuando tocó el turno de “Un día más en la vida” y la primera despedida con su nuevo clásico “Carreteras Infinitas”.


Axel Pi, Jes Senra y Marc Ros tenían en el bolsillo a todos los asistentes y afrontaron así una tanda de bises que empezó con el himno generacional “Un día de Mierda”, momento en el que Marc se paseó entre el público fundiéndose con los allí presentes sin abandonar su punto provocador. “El Incendio” volvió a sonar demoledora, como siempre, y el broche final vino de la mano de “Estáis Aquí”, donde el grupo al completo y los varios cientos de asistentes parecíamos uno. ¡¡Qué gran canción y qué bien funciona como cierre!!


Fin de fiesta con las piruetas características de Axel Pi al borde del escenario, abrazos y gestos de sincera camaradería, apretones de manos para las primeras filas  y muchos guiños a su público, con el que Sidonie lo comparte todo y al que ofrece siempre la mejor versión de sí mismos, como si el concierto que les ocupa fuera el último.

Definitivamente presenciar un concierto de Sidonie es sinónimo de vitalidad y cercanía. Durante algo menos de dos horas puedes tocar el mismísimo cielo aunque estés en frente de “El Peor Grupo del Mundo”.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Delta

Como me gusta hacer cada vez que sale publicada una de mis reseñas en "El Giradiscos" os la dejo por aquí también. En este caso se trata de la crítica de "Delta", el interesante nuevo trabajo de M Clan, con un sonido mucho más americano y que copia esquemas escuchados anteriormente en boca de otros artistas, aunque sabiendo hacerlos suyos y logrando convencer.


Reconozco que partía con bastantes prejuicios antes de escuchar “Delta” y eso que soy fiel seguidor de M Clan y defiendo todas sus etapas, ya que de cada una se puede extraer algún diamante en bruto. Cierto es que desde “Memorias de un Espantapájaros” no han bajado nunca del notable y desde entonces Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez viven un momento muy dulce y se podía esperar que el nivel no bajase. Aún así saber que “Delta” copiaba los esquemas del mítico “Daiquiri Blues” de Quique González me daba un poco de rabia por si sonaba demasiado a ese disco tan carismático que redefinió el sonido del madrileño. Grabación en Nashville, Brad Jones en la producción, músicos como Al Perkins, Chris Carmichael, Will Kimbrough o Bryan Owings como escuderos… todo sonaba demasiado a un esquema que podía encajar como un guante para los murcianos, pero que también podía convertirse en una mera repetición. Con todos estos ingredientes se puede afirmar que el sonido en algunos momentos se parece demasiado al Quique González de hace 7 años, pero M Clan han sabido reescribir su sonoridad para acercarla a un ambiente más country americano explorando así una vertiente que parecía encajarles pero que aún no habían atacado en profundidad. Habían trazado pinceladas sobre este sonido en discos anteriores, pero no tan conscientes como esta vez. Y el resultado es que el disco se sostiene por sí solo, sin parecer un experimento ya vivido. Es más, renueva el espíritu de los “murciélagos” para llevarlos a nuevos puertos de los que salen muy bien parados.

El disco rezuma mucha nostalgia y pasajes intimistas. Son las acústicas y el pedal steel lo que más destaca y es que M Clan han querido desarrollar su vena más country aunque sin llegar a perder su esencia ni en las letras ni en la actitud, de lo que es claramente responsable la enigmática voz de Carlos Tarque. El conjunto de temas mezcla añoranzas del pasado (“Grupos Americanos”) con sueños perdidos (“California”), cartas de amor (“Tráeme tu amor”), confesiones íntimas (“Noche de desolación”), historias cinematográficas (“Caminos secundarios” o “Viaje hacia el Sur”), búsqueda de momentos de calma (“Delta”), cantos a la libertad del rock (“Concierto salvaje”) y unas gotas de esperanza ante la desesperación (“La Esperanza”). Es verdad que cuando más convence el tándem Tarque-Ruipérez es con los temas más íntimos (para eso probaron con estas sensaciones en su gira “desarmados” antes de viajar a Nashville) y puede que se resienta un poco cuando intentan acelerarse (esperaba más de “Caminos secundarios” o “Concierto salvaje”), pero con “California” o “Delta” consiguen ponerte los pelos de punta y en “Todo lo joven muere hoy” llegan a sonar épicos, como queriendo redefinir su concepto musical y su idea del rock. Como dice Carlos Tarque citando a Al Perkins en el DVD que acompaña al disco con el making of de la grabación: “It’s country rock, man!”. Lástima que esto del documental sobre su grabación en América también se parezca al “Daiquiri Blues”, dejando de ser así un añadido original.


Así que, una vez dejados atrás los prejuicios, es cierto que la aportación de Nashville les ha sentado muy bien a los M Clan. Han dado un nuevo paso en su carrera, que no sé si llegará a convertirse en un salto de gigante, pero al menos les tendrá mirando en esta dirección más cálida durante un tiempo, aunque claro, las eléctricas tiran mucho y sinceramente no les veo lo que les queda de carrera tirando por esta senda. Han sabido redefinirse, no estancarse tras la celebración de sus 20 años de carrera y eso hay que destacarlo. Pero seamos sinceros, la garra de M Clan necesita más de Faces y The Who y menos de Dylan o Johnny Cash. Eso es un hecho. Aún con todo, el disco es de los que figurará entre lo más destacado de este 2016, tanto a nivel nacional como internacional. Un rock americano bien pulido con querencia acústica, sutileza y minimalismo, precisión en la ejecución y amor por los detalles. Seguro que dentro de unos años sus fieles tendremos este disco entre los favoritos de la banda, no tanto por su grandiosidad sino por llegar en el momento preciso para la banda. M Clan han sabido arriesgar con nuevo productor y una banda foránea. Habrá que ver ahora cómo llevan esto al directo con su banda habitual y qué peso les dan a estos temas más íntimos entre toda su potente discografía.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿El Peor Grupo del Mundo?

La publicación de “El Peor Grupo del Mundo” me ha vuelto a sorprender y me ha hecho pararme a reflexionar sobre mi relación con Sidonie. Hace más de diez años que voy detrás de ellos. Todo comenzó con “Fascinado”, aunque antes había sonado bastante por mi cabeza “On the sofa”, pero reconozco que me acerqué a los catalanes con su paso al español. “Fascinado” sonaba fresco y con psicodelia en adecuadas dosis, pero ahí quedó, sin alcanzar todo el interés que merecía por mi parte. Después llegó “Costa Azul” y parece que su efecto consiguió atraparme. Le di unas vueltas más a su disco anterior y caí en el influjo de su “Giraluna”, así como de otros clásicos como “Nuestro baile del Viernes” y “Los Olvidados”. Fue en ese momento cuando eché la vista atrás y vi como en sus dos primeros discos también había mucha magia. Más psicodelia setentera cargada de influencias anglosajonas, pero mucha credibilidad. Además el grupo daba muestras de ser un trío sólido, con las cosas claras, que no tenía miedo a dar pequeños giros de timón según avanzaba su carrera. Y así llegó el cañonazo pop de “El Incendio”. Una colección de temas que no bajaban del notable, todos muy directos y certeros. La sensación que deja el disco tras escucharlo es enormemente placentera, con un punto salvaje, como una fiesta sin hora de cierre, y se suceden genialidades para todos los gustos como “El Incendio”, “Un día más en la Vida” o la fantástica y delicada (casi folkie) “En mi garganta”.


Para no aburrirse y exigir algo más a sus seguidores Axel Pi, Jes Senra y Marc Ros dieron un nuevo giro en “El Fluído García”. Letras más oscuras, melodías más densas y temas más desarrollados, destacando en este aspecto la mini–suite “Bajo un cielo azul (de papel celofán)”, aunque también había sitio para sus cañonazos característicos como la inspiradísima “A mil años luz”. Fue en esta gira cuando además pude vivir por primera vez un directo del trío catalán. Había oído que sus conciertos eran auténticas fiestas. Y así fue. Desde entonces los considero una de las bandas más potentes del panorama patrio en escena. Y es que sus gemas sonoras se suceden una detrás de otra sin descanso y la interacción con el público es fantástica. Totalmente volcados en su interpretación y sus seguidores noche tras noche.

El siguiente paso vendría de la mano del sonido pop de los ochenta. Predominio de los teclados y sonidos del tecno primitivo desfilaban por los temas de “Sierra y Canadá”, pero sin perder un ápice de autenticidad e inspiración. El tema que daba título al disco así como la incisiva “Gainsbourg” o el himno “Estáis aquí” reafirmaron a Sidonie como una banda con rumbo firme y ningún temor a asumir riesgos. Su gira fue sumando fechas y fechas además de adeptos que caían rendidos al poder del grupo, introduciendo esos nuevos sonidos que aportaba el disco, pero sin perder su gancho genuino.


Y así llegamos al momento actual. Sidonie presentaron “El Peor Grupo del Mundo” como un homenaje al pop con mayúsculas, a todos aquellos que se dedican a la música y a los fans, situándose ellos mismos dentro de este grupo también. Este disco recoge las diversas influencias que han adoptado en sus anteriores trabajos y las lleva al terreno más directo, con predominio de temas más frescos y letras cotidianas que nos hacen partícipes de sus historias. El pop como protagonista y el músico como medio para acercarnos a su particular mundo. La canción que da título al disco es un relato en primera persona que respira realidad por todos sus poros. Todos aquellos que hemos intentado formar un grupo nos vemos aquí reflejados, igual que en “Os queremos”, cantando al fan que va a muerte con su banda de cabecera (también experimentado con seguridad por muchos de los que sintonizamos con este disco). Esta oda a la música desde el mundo del artista y del incondicional vuelve a hacerse patente en “Carreteras Infinitas”, e incluso la visión de aquellos dotados de una sensibilidad especial sale a relucir en “No sé dibujar un perro”. Hay espacio también para odas futuristas como “Los coches aún no vuelan”, ganas de desaparecer en “Fundido a Negro” o dardos cómplices como “Por si te sirve de algo”. Un disco sin desperdicio. Diez canciones redondas y con un objetivo claro: celebrar el pop dentro del pop. Como sus tres protagonistas dicen es “una declaración de amor a todos los grupos que admiramos”, una manera de “hacer música que hable de música”.
Definitivamente han vuelto a conquistarme.