martes, 22 de marzo de 2016

Me mata si me necesitas

“Me mata si me necesitas” es el disco definitivo de Quique González. Esta es la mejor manera de comenzar a hablar de esta colección de canciones.

Soy fiel seguidor de Quique González desde sus inicios y le he conocido en sus etapas más arriesgadas, en las más estudiadas y en las más frescas, pero esta es una faceta que, aunque parezca de sobras conocida por todos los que controlamos la obra del madrileño, tiene mucho de renovarse y sentar las bases definitivas de un artista imprescindible. Y es que al escuchar el disco parece que ya formara parte de nuestras vidas, que ya lo conozcamos porque nos recuerda a su autor por los cuatro costados, pero a la vez nos está diciendo: “éste soy definitivamente yo”, consiguiendo mezclar la frescura de sus inicios, la seriedad y precisión de su etapa americana y la honestidad de sus “peleas a la contra” con la convicción de sus textos tan personales como cotidianos y una ejecución magistral por lo espontáneo a la vez que correcto de la misma. Y eso que no voy a hablar de su diseño, que me tiene absolutamente enamorado, con ese look vintage entre fábricas abandonadas, la bruma cántabra y el viejo peugeot 404.

 

Uno de los valores definitivos del disco es su duración. Sobrepasa en poco los 35 minutos y eso te permite no perder un ápice de intensidad y mantener en todo momento el pulso y la energía, cosa que es difícil conseguir en otros discos del artista como “Avería y Redención” o “Salitre 48” por su excesivo minutaje. “Me mata si me necesitas” va en una línea más parecida a “La Noche Americana” o “Kamikazes enamorados” tanto por su sonido folk más fresco como por su maridaje a lo “americana”, pero sin la ejecución tan excesivamente correcta que marcaba aquel “Daiquiri Blues” grabado en Nashville, que por muy buen disco que fuera pecaba de una corrección que lo distanciaba un poco de la cercanía habitual del artista. “Me mata si me necesitas” va más en la línea de su predecesor “Delantera Mítica” que ya intentó despojarse de la excesiva corrección de Nashville a pesar de estar grabado también allí. Tal y como pasaba con este último “Me mata si me necesitas” suena directo y certero, sin recubrirse de capas de una producción excesiva que le quiten inmediatez. Quique González nos canta sin artificios, rodeado de una banda que son buenos músicos además de íntimos compañeros de viaje (de entre todos me quedo con Eduardo Ortega, que acompaña al madrileño desde hace más de 10 años y que comprende a la perfección su lugar clave en este disco).


Todos los oyentes que se acerquen a esta maravilla van a poder empatizar con alguna de las historias de estas canciones sin ningún problema. Son historias cercanas que hablan de búsqueda, de dolor y redención, de lucha, de superación, de pasión e incluso de esperanza, aunque a priori estén marcadas mayormente por un tono más reflexivo.

“Detectives” nos acerca al oficio del que “investiga” y cuenta historias que van marcando su devenir, pero lo hace de una forma exquisita, con una melodía muy reconocible para los seguidores de Quique González que consigue emocionar y, como dice su autor, presentar lo que está por venir en el resto de temas. “Sangre en el marcador” suena potente y abusa del descaro más rock utilizado en varias ocasiones por su autor. Esta vez además consigue que el oyente se enamore de ese grito esperanzador a la par que desgarrado que es ese “te juro que estoy mejor”. El regalo de este disco viene con “Charo”, un dúo diferente, alternando voces delicadas (tremenda Nina de Morgan!!) que ponen los pelos de punta para una historia de película. Otra sensación bien interpretada por Quique González pero difícil de describir se consigue a la perfección con esa frase que recorre “Cerdeña”: “música por encima de la música” y desemboca en otro tema de los que el artista domina a la perfección, un tema delicado, corto, de instrumentación sencilla pero con la emoción a punto de estallar como ocurre en “Ahora piensas rápido”, una joyita de menos de tres minutos. Le siguen “Orquídeas” que consigue un perfecto sonido “americana” a la “española” que a mí me quiere sonar a algunos pasajes acústicos del mismísimo Springsteen o  “Relámpago” con unos coros finales que aportan vitalidad y color a una colección marcada por un tono más luminoso que en la mayoría de los discos de González. “Se estrechan en el corazón” o “No es lo que habíamos hablado” van en una línea continuista de sus anteriores trabajos, con unos medios tiempos muy bien medidos y la emoción controlada, aunque a mi gusto no son tan destacables como las canciones anteriormente mencionadas. Y el disco se despide con “La Casa de mis Padres”, una mezcla de dolor, redención y esperanza que se convierte en un testimonio vital del artista del que nos hace partícipes a todos los oyentes. Este tema cierra de forma magistral el disco e incluso recuerda, por su temática más cruda y su instrumentación (incluso la grabación hace que la voz se sature en algún momento), a lo que nos mostró Quique González en aquel arriesgado “Avería y Redención”. Un placer inclasificable.


Así es “Me mata si me necesitas”, un disco que marcará la carrera de este artista que ha recogido el testigo de los mejores creadores de canciones en castellano llevándolo a un terreno propio entre el folk y el rock que una vez más cautiva, redime y emociona.