Sting nos tenía algo desconcertados desde que hace 13 años
entregase su último disco netamente pop titulado “Sacred Love”. Aquel era un
disco algo fallido y desde entonces no había ofrecido nada verdaderamente
destacable. Ha dado tumbos entre la música barroca (“Songs from the
Labyrinth”), los tradicionales invernales (“If on a winter’s night”), los
experimentos orquestales (“Shymphonicities”) y los musicales (“The Last Ship”),
pero ni rastro del pop-rock que dominaba sus discos de los años ’80 y ’90. Me
atrevería a decir que su último gran disco fue el fantástico “Brand New Day”
del año 1999, por lo que ésta sería su colección de canciones más acertada
desde hace casi 20 años.
“57th & 9th” es un disco algo irregular, pero eso no es
nuevo en su discografía. Sting es capaz de ofrecer brillantes canciones en
discos menos acertados y eso es algo que podría utilizarse en su contra, pero
es cierto que pocos artistas pueden regalarnos discos redondos de principio a
fin. El último disco del británico es de los que no se resiente en su conjunto
(ayuda su ajustada duración) aunque falle en algunos pasajes. E insisto, es su
mejor entrega en muchos años, lo que no es poco. A los mandos está Martin
Kierszenbaum, cuyo currículum no es de mi agrado, la verdad (Lady Gaga, Tokio
Hotel, Madonna, Feist…), pero ha conseguido refrescar su sonido y acercarlo de
nuevo al pop. Por momentos incluso parece recordarnos a Police. En términos
globales este álbum ha conseguido aunar las múltiples facetas del músico ofreciendo
temas más pop, otros más afilados, baladas de corte étnico e incluso temas
desnudos que podrían emparentarse con su fase clásica o barroca.
El cruce de caminos de “57th & 9th” abre con “I Can’t
Stop Thinking About You”, un tema potente, directo, de esencia pop y efectividad
garantizada. Una canción que nos devuelve al mejor Sting, a ese que llama la
atención por lo conciso a la vez que intenso. “50.000” sigue esa línea aunque
bajando las revoluciones y mostrando la influencia que han ejercido sobre él
algunos artistas míticos que se han ido. “One Fine Day” brilla como sus mejores
temas ecologistas de los ’80 e “Inshallah” muestra al Sting más solidario, el
que se acerca a la justicia social, tratando en esta ocasión el tema de los
refugiados, canción que, por cierto, habíamos podido escuchar antes de conocer
el lanzamiento de este álbum. “Heading South On The Great North Road” suena
fantástica con esa cadencia clásica a guitarra y voz, al igual que ocurre con “The
Empty Chair” que cierra el álbum, canciones que podrían haber estado en
cualquiera de sus últimas aventuras sónicas. Sin embargo, “Petrol Head” como
desgarro eléctrico casi forzado e “If You Can’t Love Me” como balada
inconfundible marca de la casa nos dan muestras de que éste es el Sting que
quiere reencontrarse con su público más fiel, el que espera de él su cara más
accesible, la que en el fondo tan buenos resultados le ha dado. El Gordon
Sumner que todos conocemos está de vuelta. Ya no volverá a hacerlo respaldado
por Andy Summers o Stewart Copeland tras la impostura de su reunión allá por el
año 2007, pero sí que vuelve de alguna manera el Sting que nos hizo vibrar con
“The Dream of the Blue Turtles”, el que supo llevar la reflexión a todas las
ondas con “…Nothing like the sun”, el que nos emocionó con “The Soul Cages”, el
de la elegancia de “Ten Summoner’s Tales” o el ecléctico de “Brand New Day”.
Tal vez los buenos tiempos no volverán, y no es que nos
tengamos que conformar con lo mínimo, pero Sting ha sabido apreciar que su
público quería que dejase por un momento sus juegos de bardo moderno y se
pusiera de nuevo la “chupa” de cuero recordando su etapa en Police o sus mejores
aciertos como solista. “57th & 9th” puede que no sea un disco recordado
dentro de unos años, pero nos ha devuelto la frescura y la intencionalidad de
un artista que creíamos dormido y al que aún le quedan cosas por decir.
Lamentablemente sus deslices y caprichos pasados le pasan factura y algunos
cuestionan su credibilidad, pero Sting consigue ofrecernos siempre alguna canción
tan redonda como la que abre este disco que hace que creamos de nuevo en él.
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