lunes, 11 de enero de 2016

Inesperado adiós

Hoy quería escribir para desearos (aunque un poco tarde) un feliz año 2016 cargado de buena música, pero amanezco con la sombra de la muerte de uno de los grandes. Si hace dos años Bowie merecía un puesto destacado en este blog por su reaparición y ahora estaba esperando impaciente que su nuevo disco “Blackstar” llegara a mis manos, hoy tengo que lamentar su triste desaparición.



Bowie siempre será un artista irremplazable, y aunque algunos no nos hayamos acercado lo suficiente a su obra, ésta merece un lugar muy destacado por los muchos momentos únicos que nos ha prestado. Recuerdo cuando en el instituto escuché por primera vez de forma consciente a David Bowie. Desde “Heroes” a “Space Oddity” pasando por su incursión en la electrónica de los ’90 e incluso por aquella versión que nos atrevimos a hacer entre un grupo de amigos de su “Ziggy Stardust”. Había algo en Bowie que llamaba enormemente la atención y que le hacía un artista único (no diremos aquello de camaleónico), emocionante, inquietante, arriesgado, incomprendido a veces y, ante todo, auténtico (por algo la canción que siempre me ha llamado más la atención de Queen es “Under Pressure”).

Hoy habrá más fans que nunca de Bowie y asistiremos a su mitificación, pero esta vez es más que merecida su mención y realmente doloroso su adiós. La música se despide de otro de sus pilares. Esperemos que los cimientos soporten su vacío.


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