Sin duda, lo mejor de este año ha sido el resurgir de otra
marca en coches que ha hecho sombra (más bien los ha sepultado) a los Mini. Me refiero a Peugeot. Un equipo que va a dar mucho que hablar en futuras
ediciones. Sebastian Loeb brilló en su debut hasta la llegada de las dunas y
Peterhansel ha vuelto a demostrar que es el amo y señor de la prueba por su
constancia y control. Pero podría haber sido mucho mejor si Carlos Sáinz no
hubiese caído justo al día siguiente de ponerse líder de la carrera. Una
lástima, ya que el consagrado piloto estaba haciendo un Dakar excelente y por
esta vez el coche le acompañaba, hasta que dijo basta. Solo espero que el año
que viene sea definitivamente su año y que a su excelente conducción y maestría
le acompañe la mecánica hasta la última etapa y podamos verle convertido de
nuevo en campeón del Dakar.
Y de los camiones qué decir. Pues lamentablemente apenas
hemos visto imágenes de esas que te dejan con la boca abierta por la falta de
dunas, pero seguramente podremos ver el triunfo del español Torrallardona copilotando
el Iveco de De Rooy, por lo que tenemos motivo para la celebración, aunque el
triunfo de las actuaciones de Llovera o Vila en esta categoría ya son un honor.
Ahora solo queda despejar la duda de si el Dakar del año que
viene volverá a África (pero en el Sur) o seguirá en América, aunque espero que
la elección de las etapas nos ofrezca un espíritu más aventurero que
el de este año porque el Dakar es la prueba más dura del mundo y esa tiene que ser siempre su punta de lanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario