Echo la vista atrás a este mes de noviembre que se nos ha
ido y solamente me vienen a la cabeza acordes, sonidos y sensaciones hechas
música. Un mes donde los ecos de discos como “Nocturnal” de Amaral, “La Fe
Remota” de Fabián, “Longitude” de The Frames, “15151” de Vetusta Morla e incluso
“Cambio de Piel”, de una reformada Bebe, me han acompañado diariamente.
Pero también ha sido un mes donde la música se ha hecho más
presente en forma de conciertos de esos que se disfrutan a placer, con los
oídos bien abiertos y el vello erizado. Hablo de los directos de Ariel Rot y
Xoel López que he podido degustar tranquilamente en dos conciertos íntimos a la
vez que intensos. Aunque también me he quedado con otros conciertos pendientes
de los acontecidos este mes en mi ciudad como los de Tachenko (espero que no se
me pase la próxima vez) y Sidonie (mira que intenté conseguir una entrada por
todos los medios hasta el último momento, pero no pudo ser…), con los que estoy
seguro que también hubiera quedado atrapado desde el primer momento.
Ariel Rot es un clásico entre mis directos y esta vez se
ganó de nuevo su trono particular gracias a su carisma inigualable sobre el
escenario, que llenó él sólo y sin más armas que sus guitarras y su piano en la
Sala López de Zaragoza. Pocos músicos como él, con su sobrada experiencia, son
capaces de llenar un escenario ellos solitos y además conseguir que el público
no lo note. Porque su aproximación a la actitud más rock del corte de Keith
Richards que destila por todos sus poros constató una vez más que Ariel es
incombustible y que su repertorio es un lujo para paladares exquisitos donde la
guitarra eléctrica consigue engancharte al ritmo de la transformación blues de
“Baile de Ilusiones” o el pop brillante de “Sin saber qué decir”, la guitarra
acústica te permite resbalar con sutileza sobre la versión tango de “Hace
Calor” o la contundencia de “Manos expertas”, y el piano te invita a soñar y
estremecerte con la sentida “Para escribir otro final” o esa joya infinita que
es “Cenizas en el aire”. Tres partes diferenciadas en el concierto en las que
Ariel Rot estuvo acompañado únicamente de su guitarra eléctrica o acústica y de
su piano. Y aunque es cierto que con banda suena más stoniano, la intimidad del
artista en solitario brinda más oportunidades para la improvisación (tan bien
medida por el argentino) o la charla entre amigos con la que poder degustar
también alguna que otra anécdota que enriquezca la noche.
El caso de Xoel López merece una mención especial. Había
visto al músico gallego con Deluxe y en solitario sin banda, pero esta vez en
Las Armas se presentó con una banda de Matrícula de Honor para presentar
“Paramales”. Un disco definitivo, imprescindible, memorable. Y su concierto en
esta fantástica sala zaragozana (con una calidad de sonido inigualable en la
ciudad) estuvo a la altura del citado disco. Los siete músicos que forman parte
de la gira imprimen a las canciones de Xoel un aire más firme, más duro cuando
lo exige la canción y también más sutil y lleno de matices si es necesario. Mi
sorpresa ante la banda que acompaña al músico gallego fue tremenda y gocé de
una noche memorable de entre todas las que atesoro por motivos estrictamente
musicales. Desde el arranque con el ritmo marcado de las pisadas en “Patagonia”
y su declaración de intenciones que es “Hombre de ninguna parte”, Xoel López
desgranó canciones como “Caballero” y “Por el Viejo Barrio”, que convencieron
más que en su disco de origen coreadas al unísono por todos los presentes, y
otras como “Tierra”, “Ningún hombre, ningún lugar” o “Almas del Norte”, que nos
mostraron los múltiples registros dominados por este músico, que también supo
sorprendernos con la eterna improvisación de “El Asaltante de Estaciones” o el siempre
acertado recuerdo a Deluxe con “Reconstrucción” e “Historia Universal”. La
despedida con “De piedras y arena mojada” confirmó que esta canción es una de
las mejor construidas de los últimos años en el panorama musical español y que el repertorio
de Xoel López no tiene fisuras y crece a cada escucha, a cada concierto,
entregándonos a uno de los músicos más íntegros de nuestra escena musical.
Lamentablemente el concierto de Xoel López se tiñó de oscuridad al enterarnos de los acontecimientos que simultáneamente se estaban produciendo en París, pero la música consiguió vencer y convencer frente a la barbarie y el sinsentido.
El mes de noviembre podría haberse redondeado con el
concierto de Sidonie del pasado viernes, del que sólo he oído halagos, que bien
se los merece el trío catalán por su carrera encomiable y por su atrevido disco
“Sierra y Canadá”, además de por su directo, que como bien he podido presenciar
otras veces, no escatima en energía y consigue sintonizar a la perfección con
su público y dar lo mejor de sí mismos. Espero que con su siguiente disco y su
correspondiente presentación en Zaragoza no se me escapen y pueda revivir una
vez más su destreza y valentía a la hora de hacer música.
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