miércoles, 18 de marzo de 2015

Joyas escondidas

Uno de los mayores placeres con los que sigo gozando es el de escuchar un disco por primera vez. El de dejarte llevar por los nuevos sonidos de ese artista que te dice algo directamente a ti en primera persona. Y cuando ese placer llega sin que lo hayas esperado, sin ni siquiera saber previamente de él, es todavía más placentero. Es como si esos 50 minutos en los que dejas el disco sonar estuvieras a solas con ese artista sintiendo al 100% sus emociones, sus inquietudes, los verdaderos motivos por los que hacerse presente con sus canciones. Cuando eso ocurre aparece la MAGIA.

Estos días estoy atrapado por dos grandes discos aparentemente muy diferentes entre sí, pero que me provocan una inmensa emoción al escucharlos. Se trata de los últimos álbumes de James (“La Petite Mort”) y de David Gray (“Mutineers”). Ambos discos los encontré en las estanterías de la fnac mientras buceaba en ellas intentando encontrar algo nuevo e inquietante. Y allí estaban. Dos discos de los que no había escuchado nada sobre su gestación o publicación el pasado año. Y me da mucha rabia porque estos son artistas a los que admiro y no entiendo como hoy por hoy, con toda la información musical que ofrecen las redes sociales, habían escapado de mis manos… Pero a la vez, el encontrarlos de manera fortuita, sin saber de su existencia, los hizo todavía más golosos. Inmediatamente después estaba contando los minutos para poder escucharlos sin prisa, como un verdadero regalo. Y es que cuando me encuentro con una de estas sorpresas muchas veces espero a escuchar el CD cuando tenga tiempo para poder hacerlo como verdaderamente se merece. No llego a casa y dejo que el disco suene cuando no puedo prestarle toda la atención necesaria, sino que espero el momento preciso, el que me deje saborearlo nota a nota, minuto a minuto.


Y esto es lo que me ha pasado con estos dos álbumes magníficos. El primero de los dos, “La Petite Mort”, del combo de Manchester, James, es una delicia. Pura emoción unida a una formación precisa en su interpretación. Tim Booth demuestra una vez más que tiene un carisma como frontman digno de admiración, pero que además es arropado por el pop-rock clásico de unos maestros que saben construir auténticas perlas como “Moving On”, “Interrogation” o “All I'm Saying”; clásicos instantáneos. ¿Cómo es posible que una banda tan enigmática y sólida sea ninguneada en nuestro país? ¿Cómo puede ser que ningún medio haga referencia a un lanzamiento tan inspirado como éste? La única ventaja de esto es poder encontrarte con “La Petite Mort” como si de un regalo se tratase. Un regalo único y en exclusiva para unos pocos elegidos que seguimos inquietos y en búsqueda.


El otro de los álbumes encontrados es “Mutineers” de David Gray. Uno de los artistas a los que más admiro por su sentimiento desbordante en cada una de sus composiciones. Un músico que combina lo mejor de la canción de autor con un espíritu que trasciende el folk para adentrase en una actitud y unas estructuras pop muy elegantes y con sabor a clásico, pero increíblemente muy poco valorado en nuestro país. Tan solo sus éxitos de masas como “Babylon”, del mítico disco “White Ladder”, o “The One I Love”, de su obra cumbre “Life in Slow Motion”, han sido mínimamente considerados en nuestras fronteras, mientras que otros lanzamientos de gran calibre como “Draw the Line” o “Foundling” han pasado totalmente desapercibidos. Tal vez sea nuestra ignorancia musical en la tradición anglosajona, o nuestra pereza ante nuevos retos, pero lo cierto es que la figura de uno de los artistas más grandes de su generación se ha quedado en el olvido en nuestro país y eso no debería ser normal. Con “Mutineers” David Gray vuelve a alcanzar la gloria, vuelve a tocar el cielo en forma de canción con temas como “Back in the World”, “As the Crow flies” o “Snow in Vegas”, auténticas obras de arte tejidas con la particular voz y la infinita profundidad de su protagonista.

Esto es lo mejor de encontrar joyas escondidas: Pensar que han estado ahí ocultas esperándome a mí, a que las haga parte de mi vida, a que se graben dentro de mí para nunca más ser olvidadas.



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