miércoles, 2 de noviembre de 2016

¿El Peor Grupo del Mundo?

La publicación de “El Peor Grupo del Mundo” me ha vuelto a sorprender y me ha hecho pararme a reflexionar sobre mi relación con Sidonie. Hace más de diez años que voy detrás de ellos. Todo comenzó con “Fascinado”, aunque antes había sonado bastante por mi cabeza “On the sofa”, pero reconozco que me acerqué a los catalanes con su paso al español. “Fascinado” sonaba fresco y con psicodelia en adecuadas dosis, pero ahí quedó, sin alcanzar todo el interés que merecía por mi parte. Después llegó “Costa Azul” y parece que su efecto consiguió atraparme. Le di unas vueltas más a su disco anterior y caí en el influjo de su “Giraluna”, así como de otros clásicos como “Nuestro baile del Viernes” y “Los Olvidados”. Fue en ese momento cuando eché la vista atrás y vi como en sus dos primeros discos también había mucha magia. Más psicodelia setentera cargada de influencias anglosajonas, pero mucha credibilidad. Además el grupo daba muestras de ser un trío sólido, con las cosas claras, que no tenía miedo a dar pequeños giros de timón según avanzaba su carrera. Y así llegó el cañonazo pop de “El Incendio”. Una colección de temas que no bajaban del notable, todos muy directos y certeros. La sensación que deja el disco tras escucharlo es enormemente placentera, con un punto salvaje, como una fiesta sin hora de cierre, y se suceden genialidades para todos los gustos como “El Incendio”, “Un día más en la Vida” o la fantástica y delicada (casi folkie) “En mi garganta”.


Para no aburrirse y exigir algo más a sus seguidores Axel Pi, Jes Senra y Marc Ros dieron un nuevo giro en “El Fluído García”. Letras más oscuras, melodías más densas y temas más desarrollados, destacando en este aspecto la mini–suite “Bajo un cielo azul (de papel celofán)”, aunque también había sitio para sus cañonazos característicos como la inspiradísima “A mil años luz”. Fue en esta gira cuando además pude vivir por primera vez un directo del trío catalán. Había oído que sus conciertos eran auténticas fiestas. Y así fue. Desde entonces los considero una de las bandas más potentes del panorama patrio en escena. Y es que sus gemas sonoras se suceden una detrás de otra sin descanso y la interacción con el público es fantástica. Totalmente volcados en su interpretación y sus seguidores noche tras noche.

El siguiente paso vendría de la mano del sonido pop de los ochenta. Predominio de los teclados y sonidos del tecno primitivo desfilaban por los temas de “Sierra y Canadá”, pero sin perder un ápice de autenticidad e inspiración. El tema que daba título al disco así como la incisiva “Gainsbourg” o el himno “Estáis aquí” reafirmaron a Sidonie como una banda con rumbo firme y ningún temor a asumir riesgos. Su gira fue sumando fechas y fechas además de adeptos que caían rendidos al poder del grupo, introduciendo esos nuevos sonidos que aportaba el disco, pero sin perder su gancho genuino.


Y así llegamos al momento actual. Sidonie presentaron “El Peor Grupo del Mundo” como un homenaje al pop con mayúsculas, a todos aquellos que se dedican a la música y a los fans, situándose ellos mismos dentro de este grupo también. Este disco recoge las diversas influencias que han adoptado en sus anteriores trabajos y las lleva al terreno más directo, con predominio de temas más frescos y letras cotidianas que nos hacen partícipes de sus historias. El pop como protagonista y el músico como medio para acercarnos a su particular mundo. La canción que da título al disco es un relato en primera persona que respira realidad por todos sus poros. Todos aquellos que hemos intentado formar un grupo nos vemos aquí reflejados, igual que en “Os queremos”, cantando al fan que va a muerte con su banda de cabecera (también experimentado con seguridad por muchos de los que sintonizamos con este disco). Esta oda a la música desde el mundo del artista y del incondicional vuelve a hacerse patente en “Carreteras Infinitas”, e incluso la visión de aquellos dotados de una sensibilidad especial sale a relucir en “No sé dibujar un perro”. Hay espacio también para odas futuristas como “Los coches aún no vuelan”, ganas de desaparecer en “Fundido a Negro” o dardos cómplices como “Por si te sirve de algo”. Un disco sin desperdicio. Diez canciones redondas y con un objetivo claro: celebrar el pop dentro del pop. Como sus tres protagonistas dicen es “una declaración de amor a todos los grupos que admiramos”, una manera de “hacer música que hable de música”.
Definitivamente han vuelto a conquistarme.


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