La publicación de “El Peor Grupo del Mundo” me ha vuelto a
sorprender y me ha hecho pararme a reflexionar sobre mi relación con Sidonie. Hace más de diez años que voy detrás de
ellos. Todo comenzó con “Fascinado”, aunque antes había sonado bastante por mi
cabeza “On the sofa”, pero reconozco que me acerqué a los catalanes con su paso
al español. “Fascinado” sonaba fresco y con psicodelia en adecuadas dosis, pero
ahí quedó, sin alcanzar todo el interés que merecía por mi parte. Después llegó
“Costa Azul” y parece que su efecto consiguió atraparme. Le di unas vueltas más
a su disco anterior y caí en el influjo de su “Giraluna”, así como de otros
clásicos como “Nuestro baile del Viernes” y “Los Olvidados”. Fue en ese
momento cuando eché la vista atrás y vi como en sus dos primeros discos también
había mucha magia. Más psicodelia setentera cargada de influencias
anglosajonas, pero mucha credibilidad. Además el grupo daba muestras de ser un
trío sólido, con las cosas claras, que no tenía miedo a dar pequeños giros de
timón según avanzaba su carrera. Y así llegó el cañonazo pop de “El Incendio”.
Una colección de temas que no bajaban del notable, todos muy directos y
certeros. La sensación que deja el disco tras escucharlo es enormemente
placentera, con un punto salvaje, como una fiesta sin hora de cierre, y se suceden genialidades para
todos los gustos como “El Incendio”, “Un día más en la Vida” o la fantástica y
delicada (casi folkie) “En mi garganta”.
Para no aburrirse y exigir algo más a sus seguidores Axel
Pi, Jes Senra y Marc Ros dieron un nuevo giro en “El Fluído García”. Letras más
oscuras, melodías más densas y temas más desarrollados, destacando en este
aspecto la mini–suite “Bajo un cielo azul (de papel celofán)”, aunque también
había sitio para sus cañonazos característicos como la inspiradísima “A mil
años luz”. Fue en esta gira cuando además pude vivir por primera vez un directo
del trío catalán. Había oído que sus conciertos eran auténticas fiestas. Y así
fue. Desde entonces los considero una de las bandas más potentes del panorama
patrio en escena. Y es que sus gemas sonoras se suceden una detrás de otra sin
descanso y la interacción con el público es fantástica. Totalmente volcados en su interpretación y sus seguidores noche tras noche.
El siguiente paso vendría de la mano del sonido pop de los
ochenta. Predominio de los teclados y sonidos del tecno primitivo desfilaban
por los temas de “Sierra y Canadá”, pero sin perder un ápice de autenticidad e
inspiración. El tema que daba título al disco así como la incisiva “Gainsbourg” o el himno “Estáis aquí” reafirmaron a Sidonie como una
banda con rumbo firme y ningún temor a asumir riesgos. Su gira fue sumando
fechas y fechas además de adeptos que caían rendidos al poder del grupo,
introduciendo esos nuevos sonidos que aportaba el disco, pero sin perder su
gancho genuino.
Y así llegamos al momento actual. Sidonie presentaron “El
Peor Grupo del Mundo” como un homenaje al pop con mayúsculas, a todos aquellos
que se dedican a la música y a los fans, situándose ellos mismos dentro de este
grupo también. Este disco recoge las diversas influencias que han adoptado en
sus anteriores trabajos y las lleva al terreno más directo, con predominio de
temas más frescos y letras cotidianas que nos hacen partícipes de sus
historias. El pop como protagonista y el músico como medio para acercarnos a su
particular mundo. La canción que da título al disco es un relato en primera
persona que respira realidad por todos sus poros. Todos aquellos que hemos
intentado formar un grupo nos vemos aquí reflejados, igual que en “Os queremos”, cantando al fan que va a muerte con su banda de cabecera (también experimentado
con seguridad por muchos de los que sintonizamos con este disco). Esta oda a la
música desde el mundo del artista y del incondicional vuelve a hacerse patente
en “Carreteras Infinitas”, e incluso la visión de aquellos dotados de una
sensibilidad especial sale a relucir en “No sé dibujar un perro”. Hay espacio
también para odas futuristas como “Los coches aún no vuelan”, ganas de
desaparecer en “Fundido a Negro” o dardos cómplices como “Por si te sirve de
algo”. Un disco sin desperdicio. Diez canciones redondas y con un objetivo
claro: celebrar el pop dentro del pop. Como sus tres protagonistas dicen es
“una declaración de amor a todos los grupos que admiramos”, una manera de
“hacer música que hable de música”.
Definitivamente han vuelto a conquistarme.
Definitivamente han vuelto a conquistarme.
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