domingo, 20 de abril de 2014

Hay esperanza en la deriva

Intento reflejar las impresiones que me provoca el nuevo disco de Vetusta Morla y me resulta muy difícil porque está todavía reposando en mi interior. Lentamente.

Una vez más Vetusta Morla no me ha decepcionado. Puedo decir bien alto y creo que no voy muy desencaminado si afirmo que este grupo es uno de los mejores que tenemos en la música española contemporánea. Al menos es el más sugerente, el más inquietante y también uno de los más honestos y valientes. Decir Vetusta Morla es esperar algo que sabemos que no va a dejar indiferente: Nos golpeará y nos mecerá, nos noqueará y nos levantará, pero siempre nos dejará poso, del que no se olvida sin más.

Desde el principio los madrileños me han parecido que iban un poco más allá de lo que cualquier otro grupo español había ido en mucho tiempo. Empezaron recordándome levemente a mis añorados Piratas y a su sonido cósmico y potente a la vez, pero siempre han tenido una personalidad única, inconfundible. Y no solo por la voz de Pucho, ni por las personales letras de Guille Galván o Juanma Latorre que se hacen nuestras y que siempre sugieren algo nuevo. Tampoco son únicos por sus guitarras cristalinas pero también afiladas y sucias si el momento lo requiere. Vetusta Morla son únicos porque no hay nadie como ellos que transmita tanto y que deje todo mi cuerpo palpitando, con ganas de gritar de rabia y llorar emocionado de alegría. Porque no hay ningún otro grupo en este momento que consiga ponerme la piel de gallina tantas veces seguidas en menos tiempo. Porque con su música te sientes sumergido en esas historias y en esos momentos únicos como si fueran tuyos.

"La Deriva" ha vuelto a marcar un antes y un después en mi paisaje sonoro y emocional, como antes lo hicieran "Un día en el mundo" y "Mapas". Pero parece que ahora Vetusta Morla suenan más crudos, más desgarrados y a la vez más directos. Sus historias se sienten a cada escucha más cerca y vuelven a dejar a uno mismo como principal protagonista. Cierto es que hay cortes con una temática claramente ligada a la situación política y social actual como su ya conocido "Golpe Maestro" o "Fiesta Mayor" (en el que también se puede apreciar mucha ironía). Pero también vuelven sus historias llenas de lecturas: vibrantes, oníricas y esta vez hasta con cierto humor, como sucede con "Tour de Francia".

Este es un disco que duele, que quema, y es que hay mucha llama en él. Temas como "Fuego" o "Pirómanos" e incluso "La Deriva" están incendiados en sus intenciones, piden un cambio con rotundidad, una llama que prenda y rompa con lo vivido para empezar de cero.

Pero si hay una canción que me ha dejado de nuevo sin habla, que me ha agarrado para nunca soltarme ha sido "Cuarteles de Invierno". No puedo despegarme de esos versos que piden a gritos despegar:

     "Cayeron los bordes y el vaso ya está lleno.
      Y ahora solo intento vaciar.
      Solo necesito despegar.
      Fue tan largo el duelo que al final casi lo confundo con mi hogar".


Y es que nuestro día a día, como este disco, es una auténtica deriva, llena de vaivenes, que no deja de sorprenderte ni de retarte, pero que como reza en su letra: "Hay esperanza en la deriva". A ese timón voy a agarrarme.


2 comentarios:

  1. Aún no lo he oído pero me tengo que poner a ello ya, antes del concierto del 6 de junio!

    Un abrazo, Javi!

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