El quinto álbum de estudio de los norteamericanos The Killers ahonda en
su Nevada natal y nos arrastra a una espiral casi cinematográfica a través de
sus diez estupendas creaciones. No es aventurado afirmar que este “Wonderful
Wonderful” es el mejor disco del grupo desde que comenzaran a inclinarse por el
pop en aquel ya lejano “Day & Age” que produjo Stuart Price y otorgó tanto
éxito a The Killers, aunque también les hizo perder credibilidad en el Olimpo
del rock. Los escarceos de su líder Brandon Flowers con dos discos en solitario
prescindibles y su fallido “Battle Born” (aunque en su haber también contenía
algunos temas nada desdeñables) les habían dejado en una encrucijada para su
esperada vuelta. O bien volvían a perderse por el páramo y presentaban un disco
que cayese en el olvido o conseguían despertar el interés del público
acercándose a sus dos primeras obras maestras “Hot Fuss” y “Sam’s Town”. Pues
bien, ni lo uno ni lo otro, pero este “Wonderful Wonderful”, aunque no por
duplicado, se gana el calificativo que
anuncia su título. Nos vuelve a reconciliar con el grupo dejando de lado los
intereses unilaterales de Brandon Flowers y suenan de nuevo compactos, un poco
más cerca de aquellos The Killers que sorprendieron a todos con su debut en
2004. A pesar de que falta una de las patas de este banco, el cuarteto (ahora
“trío temporal”) logra entregar su disco más inspirado desde el citado “Sam’s
Town”. Y además sin renunciar por esto a piezas muy radiables como “The Man” o
“Run for Cover”, que consiguen aunar el espíritu más duro de sus dos primeros
álbumes con el más edulcorado de los dos siguientes.
El inicio de “Wonderful Wonderful” ya nos deja ver claramente el
predominio de los teclados en sus primeros compases seguido de una línea de
bajo potente e incisiva, una constante en muchos más temas del disco. “The Man”
contrasta con este inicio más reflexivo y explota como un “Human” más orgánico.
“Rut” es la única canción compuesta por los cuatro miembros originales del
grupo (el resto tienen como ayudante en las tareas de composición al omnipresente
Jacknife Lee) y en ella Brandon Flowers consigue sobrecogernos con una
interpretación brillante. “Life to Come” se acelera y vuelve a hacernos creer
en este grupo del que habíamos desconfiado. Ahí están sus lamentos vocales (por
momentos parece que Flowers vaya a quebrarse), su pegada pop y su construcción
bien asentada en una base rítmica muy sólida (no nos olvidemos que Ronnie
Vanucci sigue llevando las baquetas de este combo). Solo nos faltarían algunos
toques más incisivos de la guitarra de Keuning, pero apenas los necesitamos
cuando el resto está tan bien armado. Cuando llega “Run for Cover” asistimos a
una reencarnación de los mejores momentos de la banda, parece que suene una revisión
de “When you were Young” o “Somebody Told Me”, una auténtica bomba muy bien
recibida por los nostálgicos, aunque sería injusto decir sencillamente que The
Killers rememoran sus mejores momentos con temas como éste, más bien demuestran
que su vuelta hay que tomarla muy en serio.
Con “Tyson vs. Douglas” nos remiten también a sus momentos más inspirados
con un estribillo de los que se graban en el imaginario colectivo. Sin
necesidad de que destaquen las guitarras y con unos sintetizadores envolventes (se
nota la mano de Brian Eno en la composición) “Some kind of Love” consigue
estremecernos y se convierte en uno de los temas más sentidos de su carrera,
absolutamente imprescindible. “Out of my Mind” sin embargo parece sacada de los
grandes éxitos de una banda pop de los ochenta. No dice nada a pesar de
intentar atraer nuestra atención con referencias a McCartney o Springsteen. La
producción adicional de Stuart Price en este tema desmerece porque es en el
único que aporta algo y sin embargo lo convierte en el menos logrado del disco.
“The Calling” nos conduce por la senda del blues electrónico con bastante
acierto y podría intentar hacer la competencia a Dave Gahan y los suyos. Casi
sin darnos cuenta llegamos al final con un tema en el que vuelven a predominar
los teclados y con una guitarra brillante que corre a cargo del mismísimo Mark
Knopfler y su inconfundible toque personal a las seis cuerdas. Me refiero a “Have
all the songs been written?”, una canción con un poso de solemnidad que cierra el
conjunto con épica, algo que persigue intencionadamente esta colección. Diez
temas que podrán ser criticados por todos aquellos que desean ver a los Killers
doce años atrás, pero que por encima de todas las opiniones, nos devuelven a un
grupo confiado, inspirado y creíble. “It's
really wonderful!”.
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