Tengo que quitarme el sombrero ante el nuevo disco de
Enrique Bunbury. Siempre he sido seguidor del músico zaragozano (sobre todo de
su etapa en solitario) y he podido analizar en profundidad su obra y sus
sucesivos cambios de tendencia, unas veces más acertados que otros. Y la verdad
es que este me parece su trabajo más honesto, más equilibrado y más profundo.
Un trabajo auténtico que nos muestra la faceta más personal de un Bunbury que
renuncia a su pose de divo para desnudarse y dar su obra más auténtica.
Ya lo sé, muchos dirán que tras su etapa al frente de los
Héroes del Silencio, su disco más destacado por lo arriesgado de su propuesta en
ese momento y a la vez el disco que definiría su personal sonido entre el rock
y la fusión mediterránea es “Pequeño”. Otros dirán que su giro más crudo a
partir de “Hellville de Luxe” y “Las Consecuencias” era lo más acertado de su
carrera y otros incluso no hayan sido capaces de ver más allá de los Héroes y
de su gira de regreso en 2007. Pero no, después de haber degustado el disco
tranquilamente y seguro de que volveré a él una y otra vez a encontrar más
detalles reveladores, puedo afirmar tranquilamente que me quedo con este
Bunbury: Con el que deja atrás lo latino y se centra en un rock maduro cercano
a veces al mainstream o al pop coral y melódico, pero sin duda un Bunbury al
que no le importa el “qué dirán” y que renuncia en casi la totalidad del disco
a su pasado marcado por el Mediterráneo y la exploración latina.
No me gustaba demasiado que Bunbury estuviera realizando
tanta promoción de su nuevo disco. Me sonaba a que quería vendernos un trabajo
menos sólido, del que quería convencernos, pero ahora creo que lo que hacía era
advertirnos de que este era un disco para tener realmente presente, que este
era el Bunbury más auténtico, el Bunbury desnudo ante sus seguidores. Y se ha
hablado mucho del carácter de protesta del álbum, pero yo creo que es una
protesta necesaria del propio autor que se reivindica a sí mismo a la vez que
pone el dedo en la llaga de algunos de los asuntos más actuales de este siglo
XXI: corrupción, falta de principios, rechazo a lo establecido y necesidad de
cambio y revolución.
“Palosanto” está día tras día en mi cabeza. No me lo puedo
creer. Yo que he sido tan crítico con la carrera de este artista, pero que a la
vez he sabido reconocer sus momentos más inspirados, me quito el sombrero ante
su nueva criatura (como lo ha hecho él mismo en la portada del disco). Si
“Radical Sonora” me gustó por su riesgo y sonoridad que rompía con el rock
rotundo de Héroes del Silencio, si “Pequeño” me enamoró por su fuerza e
intensidad, si “Flamingos” y “El Viaje a ninguna parte” me convencieron por su
madurez (aunque creo que a ambos les sobraban la mitad de sus temas), si
“Hellville de Luxe” me volvió a hacer creer en el Bunbury no reñido con el rock
y si “Las Consecuencias” demostró que el
intimismo también estaba en su cancionero (aunque yo no he llegado a conectar
todavía con estas canciones)… “Palosanto” es la confirmación de que Bunbury se
hace necesario para todo aquel que le apasione la música que transmite, que
emociona y que nos lleva a otro lugar.
No sé todavía muy bien con qué canciones quedarme del disco,
aunque claramente la parte más acertada es la primera, en la que Enrique
Bunbury afirma que se encuentran los temas más combativos. Es también en esta
parte donde brillan los temas a medio tiempo acompañados de cuerdas y coros
hasta ahora no conocidos en el cancionero del aragonés y es también la parte
que cierra con un tema antológico “El Cambio y la Celebración”, toda una declaración
de principios. De la segunda parte eliminaría algún tema fuera de lugar como
“Hijo de Cortés” o “Mar de dudas”, pero me parece bastante equilibrada aunque
tal vez ya vista en su cancionero.
No lo dudéis; el Bunbury de “Licenciado Cantinas” no volverá
(¡menos mal!) y los tiempos de experimentos poco creíbles espero que tampoco
(“El tiempo de las cerezas” o sus orgías con “Panero”). Este es el verdadero
Bunbury: el artista que se nos muestra con todas sus grandezas, plenamente en
forma. Con una voz más que inspirada y unas letras acertadísimas, el Bunbury
del “Cambio y la Celebración”… ¡Qué lujo!
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