El pasado sábado participé de nuevo en el rodaje del primer
largometraje de Ignacio Estaregui. Esta vez congregó a unos 200 extras
disfrazados en pleno centro de Zaragoza para recrear el carnaval de Cádiz para
una de las escenas de su película.
A pesar del frío fue una experiencia muy gratificante donde
pudimos sentir de cerca la magia de hacer cine. Muchos de los allí congregados
se preguntaban cómo podía llevar tanto tiempo rodar una escena, pero eso es el
cine: trabajo, esfuerzo y sacrificio para conseguir emocionar y transmitir. No
es fácil, pero es mágico.
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