Lo primero que diré es que este nuevo disco del madrileño es
Sobresaliente. He de decir que nunca he quedado decepcionado por sus
propuestas, pero creo que “Delantera Mítica” estará entre lo mejor y más
cuidado de su discografía.
En cuanto a su sonido Quique González está otra vez más
cerca del rock, como ya le ocurriera con “La Noche Americana”. La suavidad de
su anterior propuesta se transforma aquí en un sonido mucho más crudo y
desgarrado, pero a la vez mucho más efectivo y directo. Apenas escuchamos los
pianos y destacan por encima las guitarras eléctricas, aunque siempre
asentadas sobre la base acústica que confiere el propio Quique.
Este es un disco para cantar en voz alta y para reivindicar
la crudeza realista de su temática. Se nota que el disco está cargado de
honestidad y nada de “medias tintas” en sus palabras. Destacan los temas más críticos
con la situación actual de desesperación, descrédito y desencanto con la “alta
suciedad” que nos oprime y decepciona en temas como “Tenía que decírtelo” o “¿Dónde
está el dinero?” (el tema más rockero del disco). También hay espacio para otra
de las realidades más duras y tristemente repetidas en nuestra población en “La
fábrica” o la crítica a la tradición católica más retrógrada en “Viejos capos”
(temazo con enorme estribillo). “Parece mentira” estaría entre la rabia de
entender la cruda realidad como algo imposible de creer y la resignación, y para
mi se convierte en la bisagra entre los temas más comprometidos del disco y los
más íntimos, que también son clave en la carrera de González. En este disco hay
joyas sobre el abandono como “Dallas-Memphis”, la soledad de “No encuentro a
Samuel” o la huída sin olvidar lo vivido como lo son “Delantera mítica” o “Me
lo agradecerás”.
“Las chicas son magníficas” o “No hagas planes” son de esas
canciones de Quique González que te llegan muy dentro, con las que te sientes
plenamente en comunión, como si ya las hubieras escuchado y tarareado antes y
de las que siempre obtienes algún nuevo detalle que te despierta un guiño de
complicidad. Sus letras son directas, aparentemente sencillas, pero plenamente
humanas. Todo un regalo para el oyente. Pero no sé si son estas dos las que más
destacaría. Con casi todos los temas de la colección me quedaría como los “únicos”,
por su ritmo, por su crudeza, por sus guitarras, por sus enormes y delicadas voces (incluso
en alguno se deja ver que Quique ha cantado algo enfriado y no desmerece),
por sus versos cómplices, porque son vida y a cada disco que llega a mis oídos
puedo decir que forman más parte de mi, son más míos. Y eso no tiene precio.
No diré nada de la versión de Bob Dylan que se incluye como
extra del álbum, pero creo que, a pesar de sus buenas críticas, para mi es el
tema que menos encaja en el conjunto, pero que para nada desmerece el resultado
final, aunque se agradece que quede ese espacio en blanco entre la última canción
de “Delantera Mítica” y la versión de “Is your love in vain?” para hacer más
redondo el concepto del álbum y la armonía en sonido y letras.
Por supuesto ahora toca degustar con mucha más tranquilidad
el disco y disfrutarlo en concierto, para poder ver así toda la magnitud del
mismo, pero sin duda alguna se ha ganado un puesto privilegiado en mi
discoteca. Es, con toda seguridad, uno de esos discos que envejecerá muy bien y
que (ya lo está haciendo) irá conformando mi camino.
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