Un año más llegaron los Goya. Y este año la mayor gloria se
la lleva “Vivir es fácil con los ojos cerrados”. Una película que todavía no he
visto pero que me hace especial ilusión que haya ganado debido a sus
referencias musicales así como a tener un protagonista real dedicado a la
enseñanza.
Pero como todos los años los Goya no son solo los premiados: son la polémica, las reivindicaciones, los discursos tediosos y los más
acertados, los premios menores que recogen su minuto de gloria y todos
olvidamos, los espantosos números musicales, las "batallitas" del Goya de Honor y
la crítica hacia su presentador (que casi siempre tiene una presencia prescindible).
Este año estuvo claramente marcado por la ausencia de nuestro “anti-ministro”
Wert, y es que no voy a volver a decir lo que todo el mundo ya ha expresado,
pero sobran las palabras, es vergonzoso e indignante para todo el sector y
Mariano Barroso lo supo expresar perfectamente al recoger su premio al mejor
guión adaptado.
Tengo que reconocer que la gala de ayer me aburrió más que
en ediciones anteriores. Igual era por el desconocimiento de las películas
presentadas, pero me pareció ver una gala repetida, con grandes momentos, claro
que sí, pero muchos otros que quedarán en el olvido inmediatamente. Me quedo
con las buenas palabras de la actriz revelación Natalia de Molina, la emoción de Terele Pávez, el acertado reconocimiento por
la gran carrera de Javier Cámara y las palabras de David Trueba, que me
emocionaron por su franqueza y sencillez a partes iguales (esta mañana volvía a recordar al periodista Carlos del Amor que "los novelistas y los cineastas tenemos que reconciliarnos con la gente común... decirles: tú eres el grande, el héroe"). De nuevo Enrique
González Macho estuvo más o menos acertado en su discurso y supo repartir bien
las críticas, aunque debería cuidar más su lectura en público como máximo
representante de la academia que es. Y como no, el gran momento de la noche fue
el que protagonizaron Ernesto Sevilla, Joaquín Reyes y compañía presentando los
“Premios a las películas NO realizadas” (menos mal que hay quien ve la vida con
un poco de humor, tan necesario siempre).
Una vez acabada la "Gran Gala del Cine Español" toca seguir disfrutando del cine y pensar
que hay que seguir haciendo crítica, claro que sí, pero más que eso hay que
mirar adelante, quitarnos los complejos y creernos de una vez que el cine
español es también CINE en mayúsculas.
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