Tengo que reconocer que el espectáculo valió la pena y el
esfuerzo invertido para vivir la etapa in situ recompensa con creces por todo
lo vivido. Lo primero que me marcó y que me metió de lleno en el espíritu del Tour fue
recorrer los 9,6 km de ascensión con una media de 7,7% de desnivel para sentir
una mínima parte del esfuerzo que estos titanes de la bicicleta tienen que
hacer para enfrentarse a este tipo de puertos. En mi caso la ascensión fue a
pie, pero me permitió estar algo más cerca de algunos de los más grandes
ciclistas del momento. Y una vez arriba pude buscar la mejor colocación para
sentir de cerca la pasión que mueve el ciclismo entre los miles de aficionados
que allí nos congregamos.
Es difícil expresar la emoción que se siente en el momento
que ves pasar a todos esos grandes deportistas a tu lado recibiendo hasta el último
aliento cargado de ánimo por parte de los allí presentes. Y fue sin duda una
experiencia que seguro intentaré repetir.
Creo que ésta ha sido una gran forma de empezar las vacaciones.
Ahora toca descansar y reponer fuerzas para el curso que viene, y desde este
blog os deseo a todos un feliz verano. Espero volver en breve para seguir
contando un poquito más de todas esas experiencias vitales que me acompañan día
a día.
Nos vemos pronto.
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