En estos días cercanos a la Navidad leo insistentemente listas de los mejores discos del año de revistas especializadas y, normalmente, no me dicen nada. ¿Estrategias de marketing?, ¿Modas? Yo sigo creyendo en lo que me mueve por dentro y mis listas de los mejores discos del año no suelen coincidir con las de los más entendidos. Pero bueno, ya os enseñé algunos de mis discos decisivos y no voy a hacerlo en este momento con los discos de este año que está a punto de terminar.
Últimamente me muevo entre montones de exámenes de final de trimestre, ilusiones navideñas y discos de los Rolling Stones. Sí, están al día por los conciertos de su 50 aniversario, pero también están al día en mi cabeza porque, gracias a las muchas ofertas lanzadas para promocionar su recopilatorio GRRR!, estoy haciéndome con sus discos más interesantes y renovando así algunos de mis viejos discos piratas: "Sticky Fingers", "Exile on Main Street", "Some Girls", "Tatoo you", "Voodoo Lounge" o "A Bigger Bang". Tenía que hacerme con ellos en estos días de fin de año donde pasa por mi cabeza el rock más clásico y dejo algunas de esas propuestas de las listas de "lo mejor del año" para más adelante, cuando se crucen por mi camino esos discos sin necesidad de que se me impongan por el antojo de las tendencias más entendidas.
Esto es lo que voy a seguir haciendo: disfrutar de lo que verdaderamente me llena, ya sea el rock de The Rolling Stones, la melancolía de Glen Hansard, la plasticidad de Antonià Font, la frescura reveladora de M83 o la energía pop de Coldplay.
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