Esta es la crónica del concierto conjunto que Tachenko y León Benavente ofrecieron en el Teatro Principal de Zaragoza a principios de este mes de Mayo y que ha sido publicada recientemente en "El Giradiscos". Un concierto que fue una sorpresa en toda regla por muchos motivos, pero principalmente por constatar a Tachenko como una de las bandas más solidas del pop bien entendido de nuestro país y por el descubrimiento de los imprescindibles León Benavente; verles en directo es una experiencia que nadie puede perderse.
La noche del pasado 4 de mayo el Teatro Principal zaragozano se encontraba repleto de almas dispuestas a acoger una de las citas más interesantes que veremos a nivel musical en este escenario en los próximos meses. El indie y el pop se daban la mano en lo que prometía ser una noche muy especial. Nuestros queridos Tachenko y su brillante pop refinado se unían a León Benavente y su rock contundente y provocador. Ambos pueden encasillarse en el indie patrio, aunque conviene dejar etiquetas a un lado para disfrutar plenamente de lo que nos ofrecen ambos.
Tachenko pueden considerarse profetas en su tierra. Zaragoza
les quiere y se notó desde que Sebas Puente y Sergio Vinadé pisaron el
escenario de este increíble teatro. El alma de Tachenko venía a presentar sus
“Misterios de la Canción Ligera” y por eso el concierto comenzó con el mismo
aroma que destila el disco, bajo la sencillez acústica y la delicadeza en la
interpretación. Arrancaron con una de sus canciones más queridas que había
pasado mucho tiempo en el olvido hasta que la han recatado para este disco. Me
refiero a “Pulseras”, con la que Sergio Vinadé se metió directamente al público
en el bolsillo. “Mundo Apache” y “Armagedón” mostraban a un Sebas Puente en
segundo plano, que aportaba arreglos de teclado para estas canciones, pero
enseguida le llegó el turno con “Hacia el Huracán” y “Vámonos”. La noche tomaba
forma, aunque sin perder ese ambiente íntimo que desprenden los efectivos temas
de Tachenko llevados al terreno acústico, y así llegaron “Nuestro ganador”, “El
tiempo en los Urales” o “Mordekay” (donde el resto de los Tachenko salieron a
hacer los coros). Las guitarras española y acústicas de 6 y 12 cuerdas se iban
alternando entre los dos músicos y las palabras para presentar las canciones
fluían entre el humor y el gran respeto que tienen a sus canciones. Con
“Nuestra Especialidad” Sergio Vinadé tuvo unas palabras de agradecimiento a ese
gran compositor que es su compañero Sebas Puente y éste le correspondió con una versión
de la fantástica “Lourdes” de El Niño Gusano, donde no pudo contenerse la
emoción del público.
La noche del pasado 4 de mayo el Teatro Principal zaragozano se encontraba repleto de almas dispuestas a acoger una de las citas más interesantes que veremos a nivel musical en este escenario en los próximos meses. El indie y el pop se daban la mano en lo que prometía ser una noche muy especial. Nuestros queridos Tachenko y su brillante pop refinado se unían a León Benavente y su rock contundente y provocador. Ambos pueden encasillarse en el indie patrio, aunque conviene dejar etiquetas a un lado para disfrutar plenamente de lo que nos ofrecen ambos.
“Amable” daba paso al resto de la banda a mitad del tema, que permanecerían junto a los dos capitanes de este barco hasta el final. Con Alfonso Luna, David “Libi” y la nueva incorporación a los teclados de Guillermo García ofrecieron una segunda parte del concierto donde rugieron las guitarras eléctricas y convencieron con esas melodías aparentemente fáciles pero cargadas de detalles. A la frescura de “Mentes maravillosas” le siguió la calma inicial de “Otras Vidas” para luego virar a ese final abrupto y sin frenos. “La Resistencia” emocionó como siempre con su interpretación sentida y “Fuego” volvió a demostrar que es uno de los temas más logrados del anterior trabajo de la banda “El Comportamiento Privado”. Y es que entre las canciones de este disco y las de “El Amor y las Mayorías” versó prácticamente todo lo que quedaba de show con “Suerte y Relámpago”, “Midas”, “Más Madera” y el fin de fiesta con la fantástica “Escapatoria”, que puso a todo el mundo de pie para despedirles. Al grupo se le veía emocionado y hasta invitaron a los asistentes a seguir la fiesta en los míticos locales de la ciudad “Bar Bacharach” y “La Lata de Bombillas”. También tuvieron palabras para el grupo con el que compartían cartel, donde se encuentra su anterior compañero Edu Baos, y animaron a todos los presentes a prestar mucha atención al que ellos mismos calificaron como “uno de los mejores grupos que hay actualmente en España”, algo que ya sabían muchos de los que los esperaban con ansia, mientras que otros lamentábamos que Tachenko no pudieran alargar un poco más su gran noche, aunque con esta escasa hora y media ya habían demostrado con creces que lo suyo es dominio de las tablas y amor por las canciones bien hechas, disfrutadas encima y debajo del escenario. Un auténtico regalo que en el marco incomparable del Teatro Principal se convierte en un privilegio para propios y extraños.
Mientras cambiaban el escenario el público se agitaba. Se
notaba que muchos estaban esperando a León Benavente y yo, que había oído
maravillas de éstos pero que nunca los había visto en directo ni prestado
demasiada atención a sus singles de éxito, esperaba expectante pero no
demasiado convencido de que fueran a conquistarme. Sin embargo, estaba muy
equivocado. Cuando el telón subió, las luces del escenario comenzaron a
parpadear al ritmo de la base metálica de “Tipo D” y mi percepción cambió por
completo. Abrí bien los ojos para ver ese exceso lumínico y los oídos para
adaptarme a ese derroche de potencia y supe que el concierto no me iba a dejar
indiferente y merecería la pena. En cuanto Abraham Boba recitó las primeras
frases de la canción y se empezó a contonear por las tablas me cautivó. Ya no
pude cerrar la boca de lo absorto que me dejó con su descaro y provocación
intencionada. León Benavevente venían a presentar su último EP “En la Selva” y
efectivamente sonaron de éste “Se mueve” y “Maestros antiguos”, pero el
repertorio se repartió equilibradamente entre sus dos largos y a cada canción
que interpretaban más arriba parecía que estaban.
El público se levantaba de sus butacas mientras Abraham Boba
recorría de un lado al otro el escenario, se tumbaba sobre sus teclados y
adaptaba esa pose al cantar que puede recordar por momentos a Iván Ferreiro en
pleno éxtasis. Pero Abraham suelta toda su rabia hacia fuera, escupe sus
discursos e incluso se permite bajar al patio de butacas y cantar entre la
gente. Su carisma es de otro mundo, un auténtico frontman como pocas veces se
encuentran. Y el resto del grupo le acompaña perfectamente, eso sí, destacando
el papel de Edu Baos, que con su bajo marcado mantiene el pulso de forma
precisa y lleva a la banda a su terreno. Las guitarras de Luis Rodríguez
acompañan a este bajo que es en definitiva quien impone una base firme,
contundente e implacable, y César Verdú a la batería cumple perfectamente con
su parte y combina los sonidos pregrabados de la caja de ritmos con los bombos
de manera precisa. Ni un tema de los que sonaron en su medido y ajustado
concierto sobró. Todos encajaron uno tras otro sin pausa como auténticos zarpazos.
Un concierto que antes de los bises no había llegado ni a una hora de duración,
pero que había dejado extasiados a todos los presentes. Sin duda suenan a grupo
de estadio, convencen con cada nota, consiguen estribillos memorables coreados
al unísono con su público y además pueden presumir de una puesta en escena
dominada por unas luces estroboscópicas que sobrecogen y acompañan a la
perfección la música (aunque desconozco hasta qué punto podrán llevar este
montaje a todas sus presentaciones).
Uno de los momentos con más magia de la noche fue la
interpretación junto a las voces de Tachenko de la versión de “Suzanne” de
Leonard Cohen que el propio Sebas Puente se encargó de adaptar. Una canción que
no casaba con el resto del repertorio de León Benavente, pero que dio un
respiro a su incombustible show y además permitió que estas dos bandas se
unieran por un instante mostrando así su respeto mutuo y su buen hacer. Al fin
y al cabo este concierto era una celebración y detalles como éste permiten que
se haga realidad una sincera camaradería entre estos grupos que compartían algo
más que el cartel de esta noche. Cierto es que a la versión le faltó algo de
fuerza y que no se pudo apreciar bien la adaptación al castellano de este
clásico del canadiense, pero igualmente mereció la pena. Y tras setenta y cinco
minutos escasos pero contundentes llegó el cierre del concierto con “Ser Brigada”, que se
convierte por derecho propio en un canto generacional para el momento presente
a la vez que funciona como insignia de un grupo que todavía dará mucho que
hablar.
De esta manera terminó una velada que esperaba con muchas
ganas por ver a mis paisanos de Tachenko a los que cada día admiro más,
permitiéndome constatar el buen hacer de estos músicos. Pero a la vez me regaló
una sorpresa única, el descubrimiento de una banda que no esperaba que consiguiera
atraparme como lo hizo, aunque sinceramente ¿quién puede quedar indiferente
ante el descaro provocador de León Benavente?
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