Creo que no está fuera de lugar afirmar que Fito Páez es uno
de los artistas más interesantes del rock en nuestro idioma. Y digo del rock
porque para el artista argentino el rock es una forma de vida, una actitud, la
manera de afrontar cada uno de sus proyectos en los que pone toda su alma y
corazón.
Fito Páez acaba de volver a sorprendernos con otro álbum
clásico de nombre “Rock and Roll Revolution”. Un álbum de actitud rock y de
musicalidad ecléctica. Sorprende por la forma de contar cada una de sus
historias, desde la sinceridad y el yo más auténtico, y vuelve a confirmarnos
que Fito Páez es un artista mayúsculo, que apuesta siempre alto en cada una de
sus propuestas y que es incansable, que sabe ofrecer a su público obras de
altura en cortos periodos de tiempo. La pena es que Fito Páez sea un artista
que pasa casi desapercibido en España. Sus discos nos llegan siempre tarde y muchos
de sus seguidores tenemos que recurrir a los encargos de importación si
queremos estar al día de sus lanzamientos. Además Fito Páez es tan prolífico
que su obra no deja tiempo para el tedio y obliga a sus seguidores a estar
siempre atentos a los nuevos giros de su autor. Hay pocos músicos que ofrezcan
10 discos en los últimos 10 años y todos ellos de calidad más que notable. Hay
pocos artistas que lleven más de 30 años de carrera y no paren de buscar nuevos
retos con propuestas arriesgadas y cambios interesantes, que estimulan el afán
por el descubrimiento y la búsqueda a todos sus seguidores.
Así es Fito Páez: Un amante de la actitud rock. Un artista
desafiante, sin pelos en la lengua, con ganas de comerse una vez más el mundo.
Un músico que siempre da más, que nunca se conforma, que sabe lo que le gusta a
sus seguidores. Pero sigue siendo una lástima que sus lanzamientos, siempre en
la vanguardia del “saber hacer”, queden olvidados en los medios musicales
especializados de nuestro país. ¿Es que no queremos ver más allá de nuestras
narices? Argentina nos regala mucho más que Andrés Calamaro (que merece todos
mis respetos como ya he mostrado en más de una ocasión) y España no se da
cuenta. ¿Cuántos artistas argentinos han sido ignorados en nuestras fronteras?
Artistas revolucionarios como Charly García, transgresores como Luis Alberto Spinetta,
clásicos como Juan Carlos Baglietto, e inconformistas como el protagonista de
esta reseña. Muchos de estos nombres son ninguneados a este lado del Atlántico
y esa es la triste noticia: que artistas que brillan con luz propia, con
carreras soberbias, caigan en el olvido en nuestro país. ¿Cómo es posible que
hablemos de rock en castellano sin entender la relevancia artística de Charly
García? A veces me parece que pecamos de ignorancia creyéndonos “los reyes del
mambo”. Pues estamos muy equivocados. El rock español necesita mirar más hacia
Argentina, aprender de un país que experimentó con el rock sinfónico mucho
antes de que aquí supiéramos quiénes eran Sui Géneris, por poner un ejemplo.
Debemos aprender de un país que entiende el rock como una actitud, tal y como
demuestra Charly García (a pesar de que ahora pueda parecer una caricatura de
sí mismo), de un país que valora el riesgo y el buen hacer de artistas
exigentes como ha sido el caso de los desaparecidos Spinetta o Cerati. En
definitiva, debemos estar abiertos y aprender y, sobre todo, dejar de mirarnos
el ombligo.
El caso es que Fito Páez ha vuelto a dar en la diana, como
ya hiciera con las melodías pop de “Yo te Amo” o “Confiá”, con el clasicismo de
“Moda y Pueblo” o “Rodolfo”, con la irreverencia de “El Sacrificio”, con su
moderna revisión de los clásicos en “Canciones para Aliens”… Y eso que solo
estoy hablando de sus últimos lanzamientos. Porque si me voy más atrás, cuando
Fito lanzaba los clásicos “El Amor después del Amor” o “Circo Beat”, cuando
renovaba la canción de autor-progresiva con “Abre”, cuando golpeaba la música
latina para transformarla en pop con “Tercer Mundo”, cuando rasgaba las
guitarras con dureza hasta sangrar en “Naturaleza Sangre” o cuando renovaba el espíritu del mismísimo Sabina con “Enemigos
Íntimos”, el artista argentino nos da una lección de cómo entender la música,
de cómo hacer de este arte una forma de vida. Por eso digo que debemos aprender
más de ese país y de sus artistas, debemos escuchar más su música, y para eso
podemos empezar por este “Rock and Roll Revolution”.
Nunca es demasiado tarde para ponerse en marcha…
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